
La Navidad es esa época del año que no pasa inadvertida para casi nadie. Muy a pesar de cómo haya sido tu relación con la misma en tu infancia y cómo lo esté siendo en tus circunstancias actuales, lo que es bien cierto es que su solo nombre ya crea unas sensaciones y memorias en cada cual. Hay personas que no soportan estas fechas y sin embargo otras las refieren como los días más especiales del año. Sea lo que sea, en su aspecto negativo o positivo, crean una emoción y un vínculo memorial. Lo que quizás este año tenga en común para todos los seres, es que van a ser «especiales». Quizás sea ello mismo lo que nos permita valorar ciertos aspectos que años anteriores se daban por hechos, dentro de nuestra «normalidad» como todos los años. Quizás este año haya venido a enseñarnos lo que es reencontrarnos en familia, quizás saber perdonar o por lo menos dejar de lado nuestras diferencias y aceptarnos en la medida que se pueda, a valorar nuestro tiempo, saborear aquellos abrazos que dábamos que han sido sustituidos por abrazos que parten del alma igual de efectivos si se hacen desde el corazón, a dar gracias porque esos amigos y familiares que más queremos están sanos y vivos. A ser capaces de compartir con aquellos que sufrieron perdidas un espacio de silencio, escucha, gratitud y consuelo.
Quizás estas Navidades no hayan reuniones familiares con abrazos y seamos un número muy reducido en las mismas, ni nos juntemos después con esos amigos de nuestra localidad o aquellos que regresan para disfrutar por unos días de sus familias. Y cuando se aproxime el fin de año, quizás no podamos disfrutar de un viaje donde compartir las uvas junto a unos extraños en ciudades o rincones con encanto. Pero lo que sí tengo la certeza es que esté donde esté, mi corazón estará rebosante de alegría y agradecida a la vida. Agradecida a que mi corazón todavía late y sabe hacerlo desde la sensibilidad, a pesar de que haya sufrido desengaños en momentos pasados de su existencia, incomprensiones, penas, pérdidas, todo eso que forma parte de lo que llamamos vida y que se ve compensado cada mañana con la alegría de los primeros rayos del sol acariciando los cristales de mi ventana. Agradecida por saber perdonar esos momentos pasados y tener la fortaleza de seguir caminando por mí misma de una forma libre y a la vez cogida de la mano de la persona que amo.
Con toda esa fuerza, esperanza, gratitud y ánimo te deseo una Navidad Especial en la que puedas recobrar «pedacitos» perdidos de tí mism@ hasta recomponer todas las piezas del rompecabezas que da forma al árbol de tu vida. Que esas partes oscuras se llenen de luz estos días llenando de gozo y alegría tu hogar y a los que en él habitan. Que el 2021 sea ese año «especial» en el que se genere un punto de inflexión que despegue hacia lo positivo, la luz y lo virtuoso que hay en tí.
Mis deseos sinceros, de corazón a corazón
23 diciembre 2020
Esther Tomás (Directora Centro Yanara)